Flor

Entramos a "La Escuelita", un bar gay de New York un sábado por la noche. El sitio estaba repleto. Había gente por todos lados. Lo que empezó a incomodarme, y realmente no por mi sino por mi compañia, era uno de los bailarines que, mientras empezaba el show, estaba haciendo su propio show. Estaba acostado en un "puff" con las piernas bien alzadas exponiendo su trasero cubierto por un finísimo "hilo dental" o "thong"... y alli a la vista de todos, se echaba cera caliente de vela derretida justo por donde pasaba el hilo dental... Flor, en medio de ese espectáculo me preguntó: "Aquí hacen redadas?" cuando le aseguré que no, que todo era perfectamente legal, ella se dedicó a disfrutar del espectáculo.
Algunos de los asistentes se levantaron para darle el asiento. "Siéntese aquí, doñita" le dijeron esos jóvenes latinos homosexuales mientras se iban a la pista a bailar unos con otros. Vimos el espectáculo y ella lo disfrutó sin ningún rollo!
Una mujer alegre, fuerte, llena de vida y con un espíritu indomable, capaz de decir las palabras perfectas en el momento adecuado, sin hablar "bolserías" ni "pendejadas". Lo de ella era todo "claro y raspao!"
La vi en Agosto para su cumpleaños. Cumplió 72, pero con espíritu de 25 a pesar de estar recien operada. Su cuerpo pasó por cosas que no me quiero ni imaginar. Pero siempre venció lo que la atacaba. De alguna u otra forma su amor por la vida era más fuerte.
Pensé en ella y quise llamarla anoche, pero llegué tarde. Perdió su última pelea contra el cáncer. Estoy a miles de kilómetros de distancia, pero ella esta muy cerca y yo estoy también estoy allá. Esta noche, no queriendo llorar su muerte, me fui con mi novia a cenar y celebrar su vida. Nos bebimos entre las dos un whiskey con agua, porque ese era el trago favorito de Flor. Y brindamos por ti, Flor. Donde quiera que estés, siempre te tendré cerca.